viernes, 13 de enero de 2012

Capitulo 3

El fin de semana me lo había pasado literalmente en las nubes, y estaba ansiosa. Domingo dio paso al lunes, uno increíblemente largo. Hicimos la prueba del peinado. Me hicieron alrededor de dos docenas de toda clase de arreglos en el cabello, lo cual me dejó una enorme jaqueca, al fin me decidí por uno, más por las ansias de que todo terminara que por lo deslumbrante que era el peinado. El resto del día me dediqué a probar la selección de postres, en serio, no quiero ver otra pasta de albaricoque o una tarta volteada de fresa y crema, mi estomago no lo soportaría. Entre mi dolor de cabeza y el dolor en la panza lo único que quería era retirarme a mi habitación. Eran alrededor de las 8.30 de la noche, aunque no tenia sueño me puse mi pijama, un conjunto de un pantaloncillo amarillo canario y una camisa enorme de I Love NY, regalo de mi cuñada, y me metí a la cama.

Me quede mirando al techo pintado de blanco. Si alguien me viese en ese momento creería que hay algo realmente interesante en el techo. Tomé mi i-phone de la mesita de noche y miré el buzón de mensajes. No había nuevos mensajes. El mismo viernes había repicado a Jeff y él me había respondido que ya tenía guardado mi número, pero él no había marcado. Lo agregué en mi correo, pero no había tenido tiempo para revisar si él estaba conectado. El día anterior me había quedado despierta hasta bien entrada la madrugada hablando con Mía. Le había contado mi encuentro con Jeff y ella se había reído a carcajadas, pero nuestra conversación se cortó porque la pequeña Sarah se había despertado y ella fue a dormirla otra vez, después de eso yo también me fui a dormir.

Ahora miraba la pantalla con el ceño fruncido, como si eso sirviera de algo, pensé. Lo dejé de nuevo en la mesita y me puse boca abajo sobre mi edredón color rosa chicle. En algún momento me había quedado adormilada cuando escuché a un lobo aullar, los aullidos aumentaron, y a tientas busque mi teléfono. Ok, sí, tengo a un lobo aullando como tono de mensaje. Con los ojos entrecerrado, muy entrecerrados, miré la pantalla de mi celular “Jeff”

Intenté incorporarme en la cama, solo para darme cuenta que estaba en todo el borde y caí de cabeza de la cama, quedando sepultaba entre las sabanas, el edredón y las almohadas. Me quité de encima todo eso, me arreglé el cabello que tenía en toda la cara y leí el mensaje.

“No puedo dormir, Jef-ly corre como loco por mi cuarto, tropezando con todo y arrastrando mis tenis ¿estás segura que no es un demonio de Tasmania?”

Yo me reí por eso. Pobrecillo, pensé.

“Busca un calcetín viejo, hazle un nudo y muéstraselo, dejará tus zapatos por un rato, luego se cansará y se dormirá” – Enviar –

Miré la hora, 1.24 am. ¿Me había mensajeado tan tarde para decirme eso? Quizás estaba buscando una excusa para comunicarse conmigo, bueno, eso quería creer.

“No puedo esperar a que tengas a este monstruo contigo, al fin podré dormir unos díasJ”

Su respuesta me hizo sonreír nuevamente no podía esperar para que me llevara al cachorro, o para vernos, no estaba segura, quizás algo de las dos.

“Nos vemos mañana, no te preocupes J “



El día siguiente me desperté temprano, me duché y me puse unos lindos jeans obscuros, una blusa manga larga de algodón color rojo y unas zapatillas a juego. Lissa, la muchacha que me ayudaba a peinar no estaba por ningún lado, pero yo era perfectamente capaz de hacerlo sola, así que saque mi cepillo dentro de una de las gavetas de mi peinadora, me senté en la silla y peiné mi cabello. Lo dejé lacio arriba y me ricé las puntas con los dedos hasta que quedaran bien. Me maquillé un poco, lo suficiente para esa hora del día y salí de mi habitación rumbo al desayunador.

Para mi sorpresa mis hermanas ya habían bajado y se estaban sentando a la mesa del desayuno. Mi padre, como siempre en la cabecera leyendo el periódico y tomando su café matutino, mi madre a su derecha me miró y sonrió.

-Bueno día cariño- ella estaba vestida con uno de sus muchos trajes formales color crema con botones dorados, su cabello pulcramente peinado y recogido en lo alto.

-Buenos días- dije animada antes de sentarme a la derecha de Monique.

-Me sorprende que sigas con vida- dijo sarcástica.

-¿Por?- pregunté confundida.

-Por el golpe que escuchamos anoche, pensamos que habías muerto- dijo Cecile. Ambas estaban vestidas con blusas blancas, faldas grises, medias largas blancas y zapatos de charol negros. A diferencia de mi hermano Bastean y de mí, las chicas estaban asistiendo a una prestigiosa escuela que se había inaugurado hacía ya cinco años en Mefer King, donde asistían los hijos de aristócratas. En el fondo agradecía no haber asistido nunca a una escuela, o secundaria, eso de lidiar con chicas presumidas, y que todos quisieran ser tus amigos porque eras una princesa… nahh… eso no iba conmigo, sin mencionar sus horrendos uniformes.

-No fue nada, me caí de la cama eso es todo- dije restándole importancia.

-¿Estás bien?- preguntó mi madre con preocupación.

-Sí, perfectamente- entraron varios sirvientes con bandejas llenas de comida humeante, hot cake, huevos, salchichas, pan recién hecho, también frutas cortadas en trozos, jarras con jugo de naranja, manzana y limón. Esa mañana en particular tenía mucho apetito, tomé una rebanada de pan que estaba esponjoso, caliente y pegajoso por la mantequilla, un par de salchichas y un par de huevos.

El desayuno transcurrió tranquilamente entre uno que otro comentario sobre las actividades programadas de cada uno, noticias sobre política, la economía, y el tranquilo debate sobre finanzas e inversiones.

-Niñas, recuerden que hoy haremos su prueba de vestidos así que a las 2 las quiero vestidas, ¿entendieron?- preguntó mi madre mientras le extendía a una de las sirvientas su vaso para ser rellenado. Ambas se quejaron pero asintieron.- Dense prisa, o llegarán tarde.

-Yo puedo llevarlas- me ofrecí. No era que adoraba recorrer cientos de kilómetros para dejar en el colegio a mis hermanas, sino que me quedaba de camino al centro comercial. Mi madre asintió, yo dejé terminé mi jugo y me levanté.

-Ah, Lilly- dijo mi padre bajando su periódico- Del asunto que hablamos…tienes hasta tu baile de cumpleaños, ¿ok?- ¡Mal…! ¿Hasta mi cumpleaños? ¿Se… se había vuelto loco? Ni siquiera conocía al sujeto en cuestión ¿y tendría que decidir si casarme con él o no? Mi madre miraba alternándonos a mi padre y a mí, ella no sabía nada de ese asunto, tampoco quería que se enterase, las discusiones entre los dos ya eran suficientes para agregarle más leña al fuego, y todos los problemas eran causa mía. Yo asentí e insté a las niñas para que se apresuraran, ambas se levantaron y fueron por sus cosas hasta la puerta del desayunador, yo las imité, cada vez se me estaba haciendo más complicado quedarme en el castillo, con ellos dos diciéndome lo que tenía que hacer.

Fui la ultima en abandonar la habitación y escuche a mi madre preguntar:

-¿Qué asunto es ese Derrick? – yo me detuve esperando la respuesta la mi padre.

-Es algo que sin duda nos beneficiará a todos querida- dijo él muy tranquilo, a la única que no beneficiaba era a mí.

-Derrick, por Dios, no involucres a nuestras hijas en tus negocios- dijo mi madre con vos dura.

-Descuida, ella sabrá tomar la mejor decisión, pero no hablemos más del tema, no quiero adelantarme a los acontecimientos.

-Lilliam es lista, espero que no te siga en tus juegos- con eso la escuche levantarse de la mesa. Yo me quedé un minuto recargada contra la pared al lado de las puertas. Mi madre pasó pero no me vio que yo estaba allí. Suspiré y fui hasta la entrada donde uno de los sirvientes había traído mi auto, un lindo VMW color rojo esmaltado que mi padre había insistido en regalarme, la verdad con un nuevo caballo hubiese bastado, pero era gratificante poder desplazarme hasta la cuidad en mi propio auto, claro que el sequito de guardaespaldas de mi padre iba conmigo, eran excelentes cargadores de bolsas. Había estacionados tres Hummer blindadas detrás de mi auto, como bien dije era por seguridad.

Las niñas ya estaban sentadas en el auto Monique delante y una parlanchina Cecile atrás.

-Creo que Lilly tubo uno de esos ataques que les da a la gente que se golpea la cabeza- dijo la pequeña mirándome la cabeza y frunciendo el ceño.

-¿Por qué lo dices Ceci?- pregunté dándole un manotazo por alarme el cabello en su revisión. Ella se lanzo contra el asiento trasero.

-Porque tú nunca nos llevarías a la escuela- dijo esta.

-Lo hago porque voy de paso, además el pobre Henry debe darle migraña cada vez que las lleva a la escuela.

-Al contrario- dijo Moni apartando la vista de su libro- Dice que le divierte hacerlo, además, no bromea con mamá y papá mientras los lleva a donde tienen que ir.

-Ellos son aburridos- protesto Ceci. Ya habíamos cruzados las puertas y estábamos tomando el camino más rápido hacia Mefer King- antes no lo eran tanto.

-Es porque se están haciendo viejos- comentó Moni. Yo suspiré ante eso, nuestros padres no llegaban a los 50, pero no les diría eso.

-Uhumm!!- ella me miró frunciendo el ceño, tenía una ceja levantada y lo labios fruncidos. Yo no aparté la mirada del camino.- Habla.

-No tengo nada que decir- sentía la mirada de Moni en mi cara. ¡Rayos! Era como si Bastean me estuviese mirando en aquel momento, o mi madre, esa fuerza en su mirada que intimidaba, sería muy buena como policía.

Pasados 5 minutos ella seguía viéndome, me estaba poniendo nerviosa, y para mi pesar Ceci se le unió en el juego, pero su mirada era más bien inquisidora.

-¿Tu qué piensas?- pregunté.

-¿Tiene algo que ver con ese asunto que tienes con papá?

-¡Bingo!- dije sarcástica. Mefer King se erigía frente a nosotras. Llamado así por el museo que la ciudad poseía. Mefer King era la contraparte Devonshire, el pueblo que estaba a las afuera de nuestra propiedad. La cuidad era la cara moderna de Vera, una de las ciudades más grandes del país, la principales distribuidoras de textiles se encontraban en esa ciudad en especifico, y gran parte de los aristócratas locales tenían propiedades allí. Era hermosa, en el sentido más moderno, pues Devonshire tenía una elegancia antigua, casi como si estuvieras dentro de un cuento de hadas, te hacía sentir que en cualquier momento saldría de alguna posada uno de los 7 enanos de Blanca Nieves, o de la librería saldría Bella con un nuevo libro, simplemente mágico. Un punto crucial en el recorrido de los turistas.

Mefer King era la capital de lo moderno, tanto su arquitectura como su tecnología y arte.

Queency Academy era la escuela a la que mis hermanas asistían. El lugar tenía la apariencia de una catedral o algo así. Enormes paredes de bloques renegridos, ventanales altos, torrecillas, y una puerta principal tan alta como una casa. El edificio era realmente viejo. Antes había sido un monasterio, pero fueron transferidos a una quinta parroquial que no era tan lúgubre como ese lugar. Yo me detuve delante de la escuela donde muchos niños se agolpaban en la entrada para hacer fila y eh ingresar al interior.

-¿Les gusta eso?- dije con los ojos como platos a mis hermanas.

-A mí sí, tengo muchas amigas- dijo Cecile abajándose del auto y dando un portazo. Los guardaespaldas ya estaban allí para acompañarla a la entrada.

-¿Y tú?- Moni no me había respondido. Tenía la vista clavada al frente y la expresión seria.

-No, no tengo muchas amigas- dijo ella pausadamente- Solo tengo una, su nombre es Julieth Schreiber, también su hermano mellizo es mi amigo, se llama Jeremy- suspiro, y luego me miró- no soy buena como Cecile en relacionarme con la gente, prefiero estar sola.

-Creo que eres un poco tímida, eso es todo- le dije tiernamente tocando su mejilla.

-Pero tú tienes amigas, muchísimas, y ni siquiera fuiste a la escuela. Las chicas de aquí no me quieren, solo hablan de cuantos ponis tienen, de cuantas muñecas, de cuantos vestidos comprados en parís tienen.- no quería contarle lo que en realidad sucedía a mi hermana, ¿amigas? Solo tenía a Janel, y a veces ella era tan superficial como un charco, pero la quería.

-Pero tú tienes una diseñadora personal, una granja de ponis en Milán, además una de caballos andaluces y podrías comprar la tienda entera de muñecas, ¿no entiendo el problema?

-Ese es precisamente el problema Lilly, no pueden competir conmigo en cuanto a quien tiene más cosas porque siempre saldré ganando yo, además no son sinceras entre ellas y mucho menos lo serán conmigo- Ella tenía mucha razón en eso.

-¿Qué hay de tu amiga Julieth y su hermano?

-Ellos son geniales- se le iluminó el rostro al hablar de ellos- ¿Puedes creer que tengan tantísimo dinero y son los chicos más normales que he conocido jamás?, su papá es un conde y es muy importante, su mamá es una mujer muy dulce, me han invitado muchas veces a su casa, y Jules me lleva cuando se lo pido. Por cierto tienen un hermano realmente guapo.- Algo dentro de mi cabeza hizo “clic” ¿Cómo era el apellido del conde amigo de mi padre?

-¿Schreiber?

-Síp, Julieth y Jeremy Schreiber. Por cierto, quiero más detalles de ese asunto que tienes con papá. Adiós, llegaré tarde- ella me dio un beso en la mejilla y bajó del auto. ¡Qué pequeño era el mundo! Si esos chicos eran hijos de un conde obviamente asistirían a la Queency Academy. ¡Esto parecía una mala jugada del destino! Mi hermana era amiga de los hermanos de ese muchacho con el que mi padre quería casarme. Ella había dicho que era guapo, pues yo lo veía como a un ciclope pomposo, aunque no lo conociera.

Tomé aire, arranqué el auto y me fui directo al centro comercial, quería comprar algo lindo para esa tarde, y algo para Jef-ly.



Estaba terminado mi desayuno cuando mi padre entró a la habitación con el ceño fruncido. No era normal puesto que siempre estaba de excelente humor por las mañanas.

-¿Te ocurre algo?- pregunté mientras que él lo miró de reojo y luego regresó al puño de su camisa manga larga de trabajo.

-¿Tienes alguna idea de que le pasó a mi camisa?- su padre se acercó y le enseñó el daño. Tenía todo el puño rasgado y con agujeros ¡Claro que sabia lo sucedido! Varias de mis mejores camisetas habían sufrido el mismo ataque.

-Lo siento por eso papá, fue…- en seguida el demonio de Tasmania se apareció por las puertas principales que daban al comedor, como si fuera el dueño y señor del lugar. Caminaba con paso altivo moviendo su colita de un lado al otro y con la lengua afuera.

-¡Oh!- exclamó su padre- el cachorro se le recostó a su padre en las piernas y comenzó a mordisquearle la bota del pantalón- ¡Hey amiguito, eso no es comida!- él se agachó y tomó a Jef-ly, el pequeño se movió como loco e intentó lamerle la cara a su padre, éste se echó a reír- ¿Dónde lo has encontrado? Tiene mucha energía.

-Para mi desgracia parece tener baterías solares. Lo encontré en el bosque mientras daba un paseo con Pegasus, parecía estar perdido, así que lo traje a casa… pero hoy se lo llevaran por toda una semana y estoy agradecido por ello…

-Espera, espera, ¿Quién se lo llevará?- ¡upss! Se me había olvidado un detalle un importante.

-¿Tienes tiempo para escuchar una divertida historia?- sin más mi padre se sentó y le conté sobre mi alocado encuentro con la princesa Lilly.

-Así que ya la has conocido ¿Qué te parece?- Mi padre estaba jugando con fuego. Estaba teniendo uno de esos momentos de inspiración para crear una nueva inversión. El problema era que yo estaba involucrado en él. Quería que me casara con alguna chica, preferiblemente de la ciudad o sus alrededores, con importantes negocios en su familia con los que él podría fácilmente invertir y multiplicar las ganancias para ambas partes. La cuestión era que se había juntado con el mejor inversor de todos, el propio rey Derrick, padre de Lilly.

Al parecer el rey había dicho que hablaría con su hija sobre el tema, dijo que era una chica muy lista y hermosa, pero estaba empeñada en estudiar una carrera que era para hombre, según su parecer, la cuestión era que a mi todavía no me convencía mucho la idea de contraer matrimonio y menos sin amor. Y estaba esa clausula del testamento del viejo conde que decía específicamente “Amor”, claro que un matrimonio por conveniencia era mucho más factible, y yo muy bien podía heredad luego, la verdad no me importaba cuando heredaría el titulo, solo quería seguir estudiando Administración, me gustaba mucho, y trabajar con mi padre era realmente divertido. Y sin embargo no me gustaba mucho esa idea suya, lo dejaba, a ver hasta donde llegaría él con esto. No podía sabe que me había gustado la princesa, ¿y a quien no? Con esos enormes ojos verde esmeralda, cabellos largos y rizados como hebras de oro, rostro de ángel, y figura de diosa. ¡Oh por dios! Claro que me gustaba, me encantaba, estaba deslumbrado, pero no se lo diría a mi padre, eso solo lo alentaría más.

-Es… agradable- dije con indiferencia.

-¿No te ah caído bien?

-No es eso, es todo ese plan tuyo el que no termina de convencerme. La princesa está bien, pero he oído que es un poco testaruda.

-Este negocio nos beneficiará a los todos. La chica te adorará una vez que te conozca, eres un chico grandioso y con un buen futuro por delante, le podrás dar todo lo que ella ah estado acostumbrada, y tendrá un titulo, no será reina, su cuñada lo será en cuanto sea coronado el príncipe Bastean, por lo tanto ella será feliz con esto- si podía juzgar bien a Lilly no estaba seguro de que las cosas materiales le importaran en lo más mínimo, ella estaba tan a gusto con la naturaleza, los animales, que no creía que fuera tan frívola. Aunque mi padre tenía un poco de razón, pasaría de ser una princesa que no tendría derecho a la corona a menos que algo le sucediera a su hermano, y como conocía al príncipe, era una pared. Fuerte, valiente, y sobre todo decidido. Lilly no tendría más que lo que su hermano le diese, aunque fuera generoso ella querría más, ella querría amor, igual que lo quería yo con toda mi alma. Un amor de esos que te robaba el aliento, como en las telenovelas que veía mi madre con frecuencia, yo quería algo así, nada tan dramático, pero que fuera verdadero.

-No lo sé…- seguí dudando.

-Enamórala hijo, si lo que te preocupa es que no te acepta con todos los beneficios que podría tener a tu lado entonces enamórala, y si es posible enamórate tu también, pero no caigas en el hechizo antes que ella, porque perder la cabeza… ahmm… no sería inteligente.

-Ok, ahmm… yo tengo tarea que entregar antes de encontrarme con Lilly y dejarle al terremoto- me levanté y le quité al cachorro a mi padre, el bandido estaba siendo mimado por toda la familia, y causando muchísimos destrozos también.

-Como quieras, pero recuerda lo que te he dicho muchacho- mi padre me dio unas palmaditas en el hombro y sacudió las orejas de Jef-ly antes de marcharse.

-¿Estás ansioso por ver a Lilly, pequeño?- éste en respuesta se animó y lo dejé en el suelo. No era el único que estaba animado con la idea de volver a verla.

1 comentario:

  1. ok, dejame ver si entendi?
    Ellos se tienen que casar, para qque ella pueda ser veterinaria?
    Pero se gustaaan Aaaaaah!
    Simplemente quiero leer mas y solo me queda un capitulo ._.

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