jueves, 1 de diciembre de 2011

Capitulo 1

Castillo de Kent - Vera

-¿Terminamos ya?- me queje por millonésima vez. Mi madre rodo los ojos por millonésima vez, y la nana emitió un gruñido por millonésima vez. Mi frustración se les había contagiado. ¿Quién con más de dos horas parada sobre una plataforma, con hambre y unas incontrolables ganas de ir al baño, no estaría de mal humor?

-Ya casi terminamos señorita, estese quieta- dijo la modista. Andrelie Arauch era una diseñadora muy reconocida en Vera, y a mi madre le encantaban sus diseños. Pero ya me había cansado y quería bajarme de esa horrible cosa y quitarse el prototipo de vestido que llevaba encima.

Faltaban solo tres meses para el baile que se celebraría en el catillo para festejar mi cumpleaños número 18. Los preparativos se habían comenzado y la confección de mi vestido con él. A decir verdad no me entusiasmaba mucho el baile. Cada año era lo mismo de cierta forma, se organizaba todo para que fuera perfecto, se decoraba con flores hermosas, lazos y listones, la comida era una verdadera obra de arte culinaria, la música era excelente, incluso contrataban agrupaciones. Pero fuera de eso tenía que soportar el desfile de gente que llegaba a expresar sus felicitaciones, y a alagar mi persona “Es una hermosura de jovencita” “Algún día será una verdadera joya”, tenía que sonreír amablemente, aunque por dentro sabia que lo que ellos querían decir en realidad “Gastan tanto dinero cada año, yo quisiera tener esa cantidad de dinero” “Como desearía que se cabella con su elegante vestido y reírme de su altivez”

Me divertía mucho imaginando a todas aquellas personas en las más vergonzosas situaciones, incluso me hubiese gustado gastar una que otra broma. Pero desde que mi hermano se había casado, ya no tenía a mi compañero de travesuras. Amaba a mi cuñada, y mi sobrina era un encanto, pero ya no era lo mismo. Bastean se había convertido en un hombre maduro o por lo menos una parte de él. Mía seguía siendo mi confidente, admito que me hacía falta conversar con ella de vez en cuando, pero estaba muy ocupada cuidando a Sarah y trabajando. ¡Ser adultos apesta! Moni y Ceci eran de lo más felices. Aunque ya empezaban a adiestrarlas para convertirse en señoritas recatadas de la realeza ellas seguían siendo sumamente inquietas. Y yo… bien, no se me permitía hacer nada de eso.

Tantas veces s me había castigado por salir y permanecer muchas horas en el bosque, llenarme la ropa de hojas, barros y otras cosas. Cuando era más joven la moda era lo primero para mí. Lindos vestidos, zapatos, chalecos con cortes impecables y toda clases de superficiales. Al crecer, mi pasión por los animales había sobrepasado mi sentido de la moda. Solía pasar toda la mañana y parte de la tarde metida en las caballerizas. El Sr. Frimand decía que sería una excelente veterinaria, pero por dentro yo sabía que para mí eso sería imposible. En una ocasión le había platicado a mi madre sobre el asunto, aunque al principio hizo tantas muecas con su cara como para armar una galería de gestos, dijo que si eso me hacia feliz ella me apoyaría. Pero mi padre se negó en redondo. Quise incluso defender mi punto de vista, decirle que eso era lo que amaba y deseaba hacer, decirle que sería sumamente útil para el pueblo y el país entero, ¿Qué país tenía una princesa que fuera veterinaria? No muchos hasta donde yo sé.

Ni siquiera tuve oportunidad de hablarle. Simplemente dijo “No” algo sobre que las chicas no les meten la mano a las vacas por la retaguardia, y otras cosas refunfuñadas en alemán.

Había hablado con mi hermano, suplicado que intercediera por mí ante mi padre. Pero fue inútil. Bastean había ofrecido quedarme con él y Mía mientras estudiaba, que él se haría responsable de mí y me ayudaría a estudiar. Pero nuevamente padre afirmó que él era un alcahuete y que no permitiría que ninguna de sus hijas estudiara una profesión de hombres. Eso llevo a mi madre a discutirle, ¿porque al ser abogada y encargarse personalmente de asuntos importantes con la ganadería y la téxtilera la haría menos mujer?

Odiaba que todo aquello se hubiera desatado por mi preferencia vocacional. Con disgusto me había puesto ante mi padre. Él no me permitiría estudiar veterinaria. A decir verdad, dudaba que me permitiera estudiar algo que no fuese una carrera de “mujer” como educación, al igual que Mía, diseño de modas como lo hacía mi prima Marie Elizabeth, o algo que implicara ser femenina, vestir bien, y dar una buena cara a la aristocracia Vereniana. Eso era lo que más me molestaba. Estaba echando mis sueños a la basura por dar una buena impresión a la sociedad.

Como rey, mi padre se enorgullecía de ser justo y amable con todos los habitantes de su nación. ¿Por qué yo era diferente? Era un poco rebelde sí, pero estaba cansada de aplazar siempre mi felicidad por el buen nombre de la familia McDragon. Incluso me había dicho que si deseaba ser modelo pues que lo hiciera, era mejor que oler a estiércol y caballo todo el tiempo. Aunque había posado para varias revistas y hecho algunas campañas seguían firme en mi idea de ser veterinaria.

Quería ayudar a aquellos que con su propia voz no podían manifestar sus necesidades. Eran seres vivos, que sentían, ¿Quién velaba por ellos? Con amargura mi imagen en el espejo de cuerpo completo que había dispuesto en el salón rojo. El vestido literalmente parecía el de una princesa, pero de cuentos. El tema de la fiesta seria un baile de mascaras, como en el siglo XIX. Mía me había sugerido la idea, juntas habíamos investigado y planeado, a mis padres les pareció excelente, solo Cecile hizo un berrinche por ser aun muy pequeña para estar en la velada. Moni por su parte estaba ansiosa por ser tomada en cuenta, recuerdo cuando yo misma había sido ignorada en los muchos bailes organizados en el castillo.

-¡Señorita, se ve esplendida¡- dijo Mildred, la ayudante de la diseñadora. El vestido era hermoso. En color lila plateado en la parte del frente y revestida en tela rosa. El corpiño mostraba cuatro triángulos invertidos delineados con perlas, así pues, la larga línea que iba en medio del vestido también llevaba perlas. Tanto la falda como la cola tenían hermosos diseños de hojas otoñales en color plata, las mangas largas estaban igualmente decoradas con hojas un poco más pequeñas que a contra luz brillaban y daban un toque realmente elegante. Era de talle alto, con los hombros al descubierto solo ligeramente, no era el vulgar escote que supuse llevarían las otras invitadas, yo quería mantener la escancia de la época, tenía un aire moderno pero antiguo, era un sueño. En mi opinión el rosa viejo usado para el vestido no era un color que yo hubiese usado. Mis ojos eran verdes y mi cabello rubio, no había manera de que resaltara alguno de mis rasgos. Parecería una chica sosa si no me hacia un buen maquillaje y un peinado refinado. ¡Ahí tienes padre! Tu hija sabe de moda. Aunque debo admitir, no sin un toque de petulancia, que era realmente bonita, mi nariz era pequeña, mis labios eran réyenos y pequeños, mis ojos grandes y alargados al final. Siempre me habían considerado la más linda de las hermanas McDragon, aunque debo decir que mi pequeña hermana Moni sería mucho más hermosa, con su cabello oscuro y ojos del mismo color verde bosque, y si nos adelantamos unos años Cecile le pisaría los talones.

Vera estaba llena de una gran mescla de culturas europeas. El cabello rubio, la piel blanca y los ojos de color eran abundantes, creo que por eso mi hermano se había deslumbrado con su esposa, era había sido pelirroja con ojos oscuros, luego toda castaña, incluso mi sobrina, que era rubia tenia esos hermosos ojos marrones de su madre. Ella era la excepción a la regla McDragon, todos teníamos ojos verdes, claro que mi madre los tenias azules. Mis hermanas menores tenían cabello oscuro, algo diferente o digamos poco común. Pero yo me consideraba una más del montón.

-¿Podemos terminar ya?- me queje por millonésima primera vez.

-Claro, cariño- dijo mi madre ayudándome a bajar de la plataforma- Hay que soltarle un poco el busto creo que sus pechos quedan aplastados…

-¡Mamá!- me sonroje hasta las orejas. Las muchachas de servicio y las modistas se rieron bajito, desee echarles una mirada asesina, pero era cierto que el busto me apretaba un poco.

-Sí, su majestad- dijo Andrelie, y comenzó a soltar unos alfileres que estaban en el frente, eran tan fino que ni yo los había notado, ¡Rayos! ¡Y pude haberme clavado uno de esos!- ¿Cómo lo siente señorita? ¿Mejor?

-Sí, está bien así- volvió a prensar el frente y me encamino detrás del biombo para que me ayudaran a quitarlos.

-¿Cree usted que sea mejor un peinado suelto o recogido?- escuche preguntar a mi madre.

-La señorita Liliam tiene un cuello estilizado y elegante. Si se hace un peinado recogido se puede apreciar las joyas que llevara a juego con el traje, aunque se verá exagerado el corte del vestido, pero si se le hace un lindo peinado suelto y alto en la coronilla será una imagen deslumbrante su majestad. La princesa se verá exquisita. – Yo rodee los ojos. Cuando por fin me sacaron el vestido busque una bata de seda que había traído para mí y me asomé.

-¿Puedo por lo menos decidir qué tipo de peinado usaré, madre?- pregunté quejumbrosa, me sentía como una muñeca Barbie con la que estaban jugando a vestir.

-Insististe en escoger el maquillaje Lilly, es con todo lo que podrás decidir- ella tomó si celular y comenzó a organizar la próxima prueba, que sería con maquillaje y peinado.- Si estuviera en tu control todos usaríamos jeans o vestidos de día.

-Por lo menos puedo decidir qué clase de jean usar ¿o también lo elegirías tu madre?- vi en su rostro enfado. Últimamente se estaba sintiendo desafiada por mi parte, y admito que era mi intención hacerla llegar a su límite, y si es posible cancelar todo, pero ella conocía mi desagrado por sus presiones en cuanto a la perfección de todo, y su total dominio sobre todos.

-Liliam Allison sé lo que tratas de hacer y no funcionará conmigo. Vístete ya, es hora de la merienda y tu padre quiere hablarte de algo.- ¡Por Dios! ¿Sera que…? No, no podía ser, mi padre nunca daba su brazo a torcer con nada…

Regrese de prisa detrás del biombo y comencé a vestirme a toda prisa. Corrí a buscar mis pantalones fucsia que estaban sobre la cama, junto a él una blusa blanca con vuelitos en las mangas cortas y el cuello, los botones hacían juego con el pantalón porque eran de cristales color fucsia. Mildred tenía mis zapatillas blancas, me las calce y fui a verme en el espejo. ¡Perfecta, como siempre! Me dije a mi misma y salí corriendo de la habitación. Escuche a mi madre reprendiéndome pero la ignoré y seguí escalera abajo hasta el despacho de mi padre.

Toque la puerta y desde dentro uno de los sirvientes me abrió. El despacho estaba iluminado y podía ver la figura de mi padre detrás de su escritorio concentrado en uno de sus muchos libros de cuentas. Él dejo su libro y con la mano me hizo seña para que me acercara.

-Lilly te estaba esperando- dijo él con una sonrisa. ¡Dios! ¡Podía ser tan cambiante!

-Estaba probándome el vestido para el baile- dije mientras me sentaba en una de las sillas frente a su escritorio.

-¿Cómo va eso? ¿Estás emocionada?- preguntó me pidió la mano en silencio y me beso los nudillos, era un lindo gesto, pero avecinaba discusión.

-Ah… sí.- él frunció el ceño.

-No pareces muy feliz- se recostó en su silla y se quedo mirándome.

-Sí estoy emocionada, pero… ¿no me llamaste por eso cierto?

-No- se levanto de su asiento y comenzó a caminar por la habitación- te llame porque al parecer seguimos en desacuerdo con tu elección de una carrera.- yo suspiré, sabia por donde venia el tema, otras veces ya habíamos mantenido la misma conversación, y en cada una de ella él hacía valer su opinión, lo demás no estaba en discusión.

-Si lo que quieres es hacerme cambiar de opinión, pues te ahórrate el sermón padre, no me harás cambiar de opinión.

-Lo sé, eres tan decidida como tu madre- me miró con dulzura- te propongo un trato.

-¿Qué clase de trato?- ¿Una negociación? ¿Por qué presentía que esto me saldría caro?

-Sé que aun eres muy joven, pero es un gran plan. Mi amigo el conde Schreiber tiene un hijo que desea casar con una muchacha del país, tengo muchos negocios con él y me pareció que sería de lo más conveniente que esa muchacha fueras tú- ¿YO? ¿SE HABIA VUELTO LOCO? Con diplomacia y mucho autocontrol intenté reprimir mis emociones para no explotar en ese momento. ¿Yo? ¿Casarme? ¿Y con un extraño? ¡JAMAS! Era inimaginable. Odiaba a sobremanera eso de los matrimonios arreglados, y mucho menos con alguien de quien no había oído hasta ahora.

-Padre yo…- intenté decirle que NO, no podía prestarme a eso.

-Espera, no me respondas nada todavía ¿sí? Piénsalo. Eres una joven hermosa, educada, puedes ser una gran esposa para él, y además yo mismo te costearé la carrera que deseas estudiar. – No podía creerlo, era como ser vendida al mejor postor. ¿Era acaso otra de las artimañas de mi padre para que abandonara la loca idea de estudiar veterinaria? Si esto era una broma, realmente era mala.

-Pensaré en ello- dije derrotada y triste.

-Puedes darme una respuesta después de tu baile, no hay prisas. Pero espero que tomes una decisión sensata.

Ahí está la frase, “espero que tomes una decisión sensata” traducción, “deja de ser una tonta y olvídate de tu capricho”

Sentía como si en el lugar donde debía estar mi corazón existiera en su lugar un hoyo negro, ¿Cómo era capaz mi padre de hacerme esto? ¿Acaso no le importaba mi felicidad? Por lo menos no me había mandado lejos a terminar mi secundaria. Sin embargo la idea no me consolaba.

Cabizbaja salí del despacho como un perro herido. ¿Mi madre sabría de esto? ¿Apoyaría ella su macabro plan?

Estaba totalmente confundida. Necesitaba salir. Ahora.

2 comentarios:

  1. me encanto el cap!!!

    que le sucede a su papa!!!

    pasate por mi blog!!

    http://totalmente-diferentes1.blogspot.com/

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  2. OMG!
    como la dejas así?
    Mandy sos mala ._.
    Pobre lili, ella es una princesa NO superficial (:
    Buuenoo byeee

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